“En India si el final no es feliz, es porque
no es el final”.
Hoy os hacemos llegar, por el momento, la
última entrega de la serie Contrastes como muestra de agradecimiento a todos
los que habéis ayudado a la Fundación Madreselva y los jóvenes de Chennai a
conseguir el proyecto “Tecnología para el Futuro”. Gracias a todos y todas.
Si te
gusta la vida en la naturaleza y los animales, India es, desde luego, toda una
experiencia en este sentido. El animal más famoso en India es la vaca sagrada,
pero es importante apuntar que no todas las vacas lo son, sólo las de un tipo
concreto y además colectivos no hindúes como los católicos o los musulmanes sí
comen carne de ternera, aunque no es muy habitual. Si la vaca es un estereotipo
de India, también es una realidad, las puedes encontrar pastando libremente en
casi cualquier parte, incluida la Ciudad Electrónica de Bangalore donde se
ubican Google o Yahoo, lo que ofrece una estampa bastante curiosa. Pero no sólo
de vacas se nutre la fauna india, también hay cerdos, gallinas, cabras y
cuervos, muchos cuervos e incluso en Bangalore y en otros puntos del Sur he podido
avistar bastantes águilas.
Pero
sin lugar a dudas, lo que más abundan son los mosquitos que parecen tener una significativa
predilección por la sangre foránea. En el Estado de Kerala me encontré con
elefantes por las carreteras, muchos de ellos en procesiones religiosas, dado
que en el hinduismo también ocupan un lugar especial. En un templo de
impronunciable nombre en la ciudad sagrada de Kanchipuram una elefanta adornada
y maquillada me bendijo con su trompa cuando le ofrecí una moneda de 5 rupias,
fue toda una experiencia, aunque los niños y bebés no parecían pensar lo mismo por
sus incesantes llantos ante la vista del enorme animal. Además en algunos
lugares se pueden visitar campos de recuperación de elefantes y ayudar a bañar
a los animales, por ejemplo en Allpauzzha en Kerala junto al rio Periyar.

Y no se
puede hablar de India y olvidar a los monos. Hay cientos de ellos en la mayoría
de pueblos y ciudades, aunque como buenos supervivientes aparecen, sobre todo,
en puntos turísticos donde no escasea la comida. La mayoría no son agresivos y
puedes verlos jugar, comer a pocos metros de ti, robar gafas o bolsas de fruta.
No obstante hay que tener cuidado porque algunas razas pueden ser peligrosas,
de hecho he tenido alguna experiencia desagradable de intento de agresión por
parte de un mono de casi un metro de altura entre las ruinas de la ciudad de
Hampi, por suerte, creo que solo quería jugar aunque a mi me pareció bastante
más hostil que el resto de miradas de curiosidad que he recibido en estos
meses.
Por
último, los tigres que son los que más se resistieron a aparecer ante mis
curiosos ojos y que evidentemente poco hay que decir sobre ellos que no
sepamos, que son felinos sorprendentes , preciosos, pero lamentablemente en
peligro de extinción.

Otra de
las experiencias más divertidas que he vivido en India, es que decenas de
familias, grupos de amigos o adolescentes me pararan por las calles, templos o
centros comerciales para hacerse fotos conmigo, no tanto en las grandes
ciudades pero sí en los sitios turísticos donde acuden familias indias desde
pueblos cercanos o en algunas de las aldeas más alejadas donde he estado. Al
principio uno recela, no entiende que alguien quiera una foto tuya, pero al fin
y al cabo ¿qué hacemos nosotros cuándo viajamos? Hacer fotos de los autóctonos
a diestro y siniestro. Lo cierto es que la sensación de sentirse observada y casi
como un personaje famoso durante los primeros días, dura bien poco, aunque
siempre es divertido ver cómo quieren no una sino 10 fotos en diferentes poses y
escenarios para tener un recuerdo de ti. Creo si hubiera pedido una rupia por
fotos, creo que ya habría pagado al completo el billete de avión.
Tatiana Villacieros (Voluntaria 2012)