Este es el segundo año que salgo de campo de trabajo y cada año es diferente, especial y nuevo.
Barahona, ese fue mi destino este año, una ciudad al sur de República Dominicana.
Una ciudad muy pobre pero con las mejores playas de la isla, todo un paraíso natural.
El primer recuerdo que tengo de Barahona son su casas de madera y latón, sus calles (la mayoría) de piedra y arena, los niños descalzos, la gente sentada a la puerta de sus casas y la música muy alta. Una imagen que impresiona.
Pero el día a día te va metiendo en la vida de Barahona con sus gentes, con una sonrisa siempre, una invitación a sus casas, un abrazo de los niños.
Nuestro trabajo, el mío y el de mis tres compañeros, Luis, María y Miguel fue trabajar en el colegio de las hermanas salesianas en el barrio Enriquillo, donde trabajamos en un taller de alfabetización de madres, apoyo escolar a jóvenes y trabajo con niños con dificultades de aprendizaje.
Además de echar una mano donde se nos necesitaba, ayudando a Sor Ángela con los apadrinamientos, ir a buscar al pueblo cualquier coas que hacía falta, ayudar en la pulga( mercadillo) y de todo un poco.
No podemos olvidar nuestra visita a Haití, un país que sigue desolado por el terremoto, escombros, polvo, tiendas que campaña sigue siendo el panorama de Haití. ¡Queda tanto por hacer!
Agradecer a las hermanas Salesianas lo bien que nos trataron, nos sentíamos como en casa. Gracias Sor Eli, Sor Ángela, Sor Araceli y Sor Kirce. Gracias a mis compañeros- amigos con los que he compartido esta experiencia, gracias a vosotros también ha sido una experiencia muy especial. Gracias a toda la gente, niños de Barahona que compartieron esta experiencia con nosotros, nunca os olvidaremos porque ocupáis un lugar en nuestro corazón.
Gracias por hacernos ver el mundo con otros ojos.
Vanesa Galán
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