martes, 27 de enero de 2015

Un paseo por Etiopía



Y miro atrás y me veo hace unos meses, feliz, disfrutando, jugando, riendo, soñando y repito, feliz.

Cuántos momentos se me vienen a la cabeza cuando suena dentro de mi, la palabra “Etiopía”. Inexplicable, increíble, único y emocionante, así se resume mi viaje.

Un viaje que fue un sueño, un sueño que empezó hace mucho tiempo y que por fin este verano se hizo realidad. Y qué bonito es saber que estas haciendo lo que quieres.

Haberme sentido tan libre trabajando en un proyecto en Etiopia, me hizo cambiar a la vuelta varias rutinas aquí en Madrid.

Así que si estas leyendo esto, sueña, sueña a lo grande, pero cumple todos y cada uno de los objetivos que te propongas en la vida. Cada día es único y especial, cada momento que vivas no va a volver, así que ríe hasta llorar, disfruta de una buena compañía, aprende de ti mismo, viaja, amplia fronteras y supera tus límites, cambia TU mundo con pequeñas acciones de tu día a día. En resumidas cuentas, VIVE LA VIDA, que vida, solo tenemos una!

Gracias Etiopía por enseñarme esta valiosa lección.

Me llamo Sara, tengo 20 años y este verano he estado en Zway, dando clases de inglés en el cole y por las tardes disfrutando de talleres, juegos y la buena compañía de 400 niñas.


Gracias Madreselva y a la Universidad Sant Louis por esta gran oportunidad. 


Sara García Voluntaria de Madreselva 2014

jueves, 4 de diciembre de 2014

Mi experiencia de voluntariado: Camboya, un sueño

Esta experiencia como voluntaria nació del sueño de hacer algo que creía justo; de la ilusión de conocer otras realidades, de aprender, compartir y transmitir lo aprendido. Después de algunos voluntariados nacionales, creí que era el momento de ir más allá, de recibir una buena dosis de realidad  diferente a la que vemos día a día y sobre todo, de aprender.

Después de un curso de formación en la ONGD Madreselva, en el que nos dieron formación en primeros auxilios, salud, cooperación, resolución de conflictos, talleres, habilidades sociales, etc. llegó el momento de elegir destino y proyecto. Se habló de muchos interesantes pero ninguno por el que me hubiera decantado sin dudar…Y de pronto apareció Camboya como nueva posibilidad. No sé si al resto de voluntarios les pasó algo parecido con sus elecciones pero yo sentí una conexión brutal con este lugar y con este proyecto desde el primer segundo, y cuando llegué entendí por qué.
Después de un viaje agotador de 26 horas y cuatro aviones distintos, Sister Gema me recogió en el aeropuerto de la capital, Phnom Penh, aún lejos de la ciudad en la que iba a vivir, Battambang.

Cuando por fin llegamos al centro estaban todas las niñas y las hermanas esperando en el porche. El recibimiento fue emocionante. Esa misma noche tuve la oportunidad de dirigirme a todas ellas (con ayuda de una de las hermanas que traducía) y contarles las ganas que tenía de estar aquí, las ganas que tenía de aprender de ellas y de enseñarles todo lo que pudiese, y las sensaciones tan buenas que había tenido desde el primer momento que puse un pie en la casa. Me hicieron sentir en familia desde el minuto uno, sin hablar el mismo idioma y sin habernos visto nunca antes. La hermanas también me acogieron como si fuese una más en la comunidad.

Mis funciones principales aquí son: enseñar inglés, baile y voleibol; encargarme de las fotos cuando vamos a visitar a las familias de las chicas (cosa que hacemos casi todos los sábados); enseñar un poquito de inglés a través de bailes y canciones en algunas escuelas infantiles; y ayudar con algunas traducciones. ¡Me encanta mi trabajo!

Llevo cerca de dos meses aquí y aunque se han pasado volando han sido intensísimos. La sensación que tengo es de estar completamente en otra realidad, diría que hasta en otra vida. Lo que creía imprescindible allí aquí ha perdido toda la importancia. Mis preocupaciones, miedos y prioridades han cambiado radicalmente. Diría que la vida aquí no puede ser más bonita, lo que no significa que la realidad lo sea, sino que cada cosa que se hace tiene sentido; el tiempo y la energía están perfectamente invertidos. El sentido de familia, de compañerismo y de generosidad van mucho más allá de lo que conocemos allí, o por lo menos de lo que yo había experimentado.

Por supuesto que también hay dificultades. El idioma puede ser una barrera muy grande y puede llegar a ser frustrante no ser capaz de comunicar más. En seguida empecé a conocer más a las chicas y sus historias, a cogerlas cariño y a preocuparme por ellas. Las siento de alguna forma como mis hermanas pequeñas, las quiero y me preocupa que estén bien. Cuando veo a alguna un poco más triste o seria de lo normal, daría lo que fuera por hablar su mismo idioma para poder pasar de las conversaciones superficiales que podemos tener en inglés o las nulas que podemos tener en khmer, que por cierto es súper difícil. 

Sin duda una de las cosas que más me ha sorprendido ha sido lo divertida que puede ser la vida con hermanas. No es que tuviera prejuicios porque realmente conocía poco acerca de lo que era la actividad diaria que ellas hacían aquí, pero nunca imaginé que iba a pasármelo tan bien con ellas. Creo que he tenido muchísima suerte con la comunidad en la que he ido caer, son divertidísimas y me hacen sentir en familia en todo momento.

En estos dos meses he tenido la oportunidad de conocer realidades muy distintas, algunas bastante duras; de compartir, divertirme, aprender y abrir mi mente; de pasar tiempo sola y conocerme mejor; de sentir muchísimo amor, más del que había imaginado; de sorprenderme y emocionarme; de enseñar alguna cosilla; de conocer a gente extraordinaria… Y sobre todo, después de estos dos meses puedo decir, que creo cada día más en las personas que trabajan por amor. Me parece un trabajo puro y no puedo describir lo feliz que me hace estar formando parte de eso.


Aún me queda mucha experiencia por delante pero sé que ya ha cambiado algo en mí. Animaría a cualquier persona a vivir algo parecido.

Gracias Madreselva por la genial formación y por la seguridad que dais a vuestros voluntarios. Y gracias Cristina por el apoyo incondicional.



Un abrazo fuerte desde Camboya!

Chum Rieb Lie!! (Adiós!!)

Sara Clabo




Podéis seguir a Sara en su blog: http://diariodeunavoluntaria.blogspot.es/

viernes, 29 de agosto de 2014

Feliz, llena de energía, llena de Luz. Nur en Estelí (Nicaragua)


Mi nombre es Nur, vine al Centro Sor María Romero en Estelí, Nicaragua por tres meses y me parece mentira que en 2 días tenga que estar haciendo el macuto y despidiéndome de mis 8 monas, como las llamo yo.

Estoy en un hogar de niñas, también hay una escuela y un comedor.

Nur con parte de «sus monas»
Nur con alguna de «sus monas»
Hay ocho niñas internas y vienen cuatro semi internas, es decir, vienen después del colegio, comen aquí, pasan la tarde pero ya cenan y duermen en su casa. Las internas viven aquí de lunes a viernes, el fin de semana se van a sus casas. Sí, tienen casas y familias. ¿Que por qué están aquí? Tienen muy pocos recursos, las casas son extremadamente pobres, lejos de la escuela y algunas veces no es el ambiente más propicio para que una niña crezca.

Ninguna de mis niñas tiene papá, solo tienen una mamá que es la que sustenta todo junto a la abuela muchas veces y algunas mamás no encuentran trabajo, así que os podéis imaginar.

Mis ocho monas:

No sé ni como voy a poder decirlas adiós, tres meses parece mucho pero no es NADA.

Son alegres, cariñosas, algo caprichosas, perezosas, inteligentes, preciosas, a veces ariscas, otras mimosas. Presumidas, les encanta la ropa bonita desde a la más pequeña hasta la más mayor. Os puede parecer un dato insignificante, pero creerme le dan una importancia a los modelitos de cada mañana tanto suyos como de la voluntaria!! Yo vine con pantalones cómodos para poder manchar y jugar y en qué hora, si por ellas fueran ¡tendría que haber venido con vestidos y tacones!

Si mezcláis todas esas cualidades que os he nombrado en distintas cantidades el resultado son mis ocho monas.

Algo que me ha llamado sumamente la atención es la generosidad que desbordan estas niñas. No tienen nada pero todo te lo dan.

Las hermanas:

Son tres. Tres maravillosas hermanas, cada una de ellas imprescindible.

En mi vida no he tenido mucho contacto con monjas y he de decir que me han robado el corazón, no solo mis tres monjitas. He tenido la suerte de conocer a otras hermanas y me han tratado muy bien, me han abierto la puerta de sus casas, me han cuidado y me han mimado sin conocerme, todo un placer la verdad.

La directora, Sor Emilce, es la mujer con más bondad que he conocido nunca (después de mi madre claro). Es lindísimo ver cómo trata a los niños.

Sor Anita es la administradora, hace su trabajo como nadie y es muy buena también.

Sor Liliana es la asistente de las niñas, con la que más tiempo he estado. Es genial, toca la guitarra, hablamos de política, vemos los partidos de fútbol juntas. Le toca lidiar con las ocho monas todo el día, cosa que no es nada fácil.

Las tres han sido un gran apoyo y han hecho que me sienta como en casa desde el primer día.

La escuela y el comedor:

Son niños muy difíciles, las situaciones en casa son muy diferentes de las que estamos habituados nosotros. Tienen una carga familiar y una mochila de problemas que descargan cuando vienen a la escuela.

Cuando llegue me asusté y todo, jugaban súper brusco, se tiraban al suelo, se daban patadas…bueno, el recreo era una guerrilla… nada que ver ahora, alucinante como ha cambiado el recreo desde que llegué ¡hay paz!

Sor Emilce ha tenido que ver mucho con esto, ella les habla siempre con mucho amor y cariño, lejos de las regañinas, castigos y gritos que solemos estar acostumbrados en España. Habrá muchos que no confíen en este método pero os aseguro que funciona.

Nicaragua:

Es un país muy pobre en lo que a infraestructuras se refiere. Las casas de las niñas son de madera, con agujeros, suelo de barro. En Estelí llueve mucho (aunque ahora mismo Nicaragua entero está pasando por una sequía terrible lo cual está encareciendo el frijol y el arroz, dieta básica de esta tierra de lagos y volcanes). Cuando llueve, entra el agua por los agujeros y se moja el suelo de barro… Aquello es un barrizal como os podéis imaginar. Los tejados son de zinc. No todas las casas son así, como en todos los sitios, hay gente con más pobreza, gente con no tanta pobreza y gente con dinero.

Nicaragua es un país rico en paisajes, rico en sabores y lo mejor que tiene es su gente.

Yo en Nicaragua con las ocho monas, con los niños de la escuela y con las hermanas:

FELIZ, LLENA DE ENERGÍA, LLENA DE LUZ.

Paso el día a día con las niñas, las despierto a las 6 de la mañana y las acuesto a las 8 y media de la noche. Unas estudian por la mañana y otras por la tarde, hacemos tareas, oficios, talleres y este último mes hemos estado viendo películas por las noches si se portaban bien. Voy a volver con un máster de películas Disney de princesas…

La verdad es que invito a todo el mundo a vivir una experiencia en este hogar, eso sí, si venís que sea por más de tres meses… porque estas niñas enamoran.

Dejo un pedacito de mí aquí y me llevo una mochila llena de recuerdos, nostalgia, amor, sonrisas, luz, energía y ganas, muchas ganas de todo y más.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Mi experiencia en Bacólod (Filipinas)

He regresado de mis cuarenta y cinco días en filipinas. La experiencia ha sido increíble. Al ser mi primer voluntariado no estaba seguro de cómo sería y me ha sobrecogido mucho más de lo que esperaba.
Estuve principalmente en la ciudad de Bacólod, en el purok de Handumanan, Isla de Negros, siendo acogido por las Siervas de María, estas me acompañaron a algunos otros lugares, como la región de Iloilo, donde las hermanas desarrollaron un proyecto de reconstrucción de viviendas para personas afectadas por el tifón Yolanda. 

Mi trabajo principal fue el de realizar un informe de la clínica en la que trabajan las hermanas. Esto lo hacía por las mañanas, mientras que por las tardes daba clase de español, acompañaba a la compra o directamente descansaba. Por lo que mis condiciones de trabajo fueron bastante buenas. 

En cuanto a la experiencia cultural, Filipinas es una región con mucha diversidad, Tanto de religión como de etnias e influencias. Formado por más de siete mil islas, este archipiélago ha sido poblado por africanos, indonesios, chinos, españoles, y finalmente americanos y japoneses. Recibiendo un fuerte impacto cultural de todos estos pueblos. En cuanto a la religión hay mucha variedad también, romanos católicos, protestantes filipinos, mormones, Testigos de Jeova, Bautistas, islamistas… Siendo bastante común el reconocer sin avergonzarse que religión se practica. Lo que más llama la atención es que el índice de ateísmo roza el cero por ciento. Todo el mundo cree en algo. 

A pesar de todas estas cosas buenas, también hay que decir que el nivel de
pobreza es demasiado alto. Hay zonas con muy poca higiene y muchas enfermedades. Habiendo trabajado en una clínica he visto cosas bastante chocantes y tristes. Por eso considero que la ayuda que se ofrezca es muy importante y bien necesaria.

La gente en Bacólod es muy agradable, siempre están sonrientes, son amables y algo tímidos, pero les encanta cantar y bailar. Conmigo fueron siempre muy cariñosos, conocí a mucha gente entre los cuales a un gran número ahora los considero amigos. Esto ha hecho que mi experiencia como tal haya merecido mucho la pena, y de todo corazón recomiendo a futuros voluntarios que hagan el largo viaje hasta esta encantadora y lejana zona del mundo. 

Juan V.

jueves, 7 de agosto de 2014

Mi primera semana en Keela Eral

Hola a todos!

Ya ha pasado casi una semana desde que llegamos Stefania y yo a Keela Eral, y parece que fuera un mes... Esto es más tranquilo de lo que esperaba, estamos en un recinto grande en mitad de la carretera a unos 10 km del pueblo llamado Keela Eral. Convivimos con jóvenes de 16-18 años que estudian internas, con las 6 monjas salesianas, con 8 aspirantes a salesianas de 17 años; y al lado está la residencia de chicos, la universidad y casa de los curas. Nuestra habitación está debajo de las habitaciones de las chicas, en una puerta que da directamente a la calle. Detrás de nuestra casa está el colegio de infantil y primaria, a donde llegan autobuses todos los días cargados de niños y niñas con uniforme azul.

Y ¿qué estamos haciendo Stefania y yo? Pues por el momento adaptarnos y colaborar en todo lo que podamos. Lo que más les interesa es que hablemos mucho con los niños en inglés en el colegio de las salesianas, con las chicas internas, con las candidatas a Salesianas... Esta semana hemos estado con los niños de infantil, porque los de primaria están de exámenes hasta finales de agosto. Mañana domingo por la tarde tienen oratorio y también estaremos con ellos jugando a lo que haga falta. Los niños son tan niños como en todas partes, nos mirar, nos preguntan, nos sonríen, quieren jugar con nosotras, a algunos les da vergüenza, otros sólo quieren que estemos con ellos y no con los demás, los mayores buscan llamar la atención y se ponen a hacer el tonto, algunas quieren ser nuestras amigas y saber todo sobre nosotras... Nos preguntan a diario si nos acordamos de sus nombres, nombres como Magesh, Ganesh, Pavi, Madu, Anita, los acortan para que seamos capaces de pronunciarlos, porque si no sería algo como Pavidukharam, me lo estoy inventando, pero os podéis hacer una idea :P 

Hoy, aunque era sábado han venido también los niños al cole, porque los sábados tienen actividades extraescolares: kárate, yoga, bailes tradicionales y refuerzo. Además están preparando el día de puertas abiertas y la hermana Queen, que es la directora nos pidió que les enseñáramos algún baile a los pequeños para que lo hicieran. 

Como podéis imaginar ya saben que bailo, los primeros días les estuve enseñando canciones con juegos de palmas de las que aprendí en el curso de Orff hace dos semanas y ayer les hice una mini demostración a las hermanas después de cenar, de cómo es la danza española (con castañuelas, mantón de los chinos y zapatos de tacón incluidos, todo muy tipical spanish) y después ellas nos bailaron un poco de danza "Barathanatiam", la danza típica de esta zona Tamil nadu, y que según estudié en Historia de la danza, ¡se piensa que puede ser el origen del Flamenco! Al final todo está relacionado. En cuanto pueda las grabaré y si puedo aprenderé un poco.

Lo mejor para mí hasta ahora es ver los ojos sonrientes de niños, jóvenes y mayores, las risas, también con las hermanas. No se si os he dicho que aquí las salesianas visten con un sari color crema, y tienen muy buen humor. También me ha encantado ver, como en Etiopía, que el "sueño de Don Bosco" se ha hecho realidad, que hay muchos niños alegres que están teniendo oportunidad de aprender, de soñar, de jugar, de crecer sanos y felices. Niños que estando muy lejos de Europa saben perféctamente que hubo un cura jóven llamado Juan Bosco y una mujer llamada María Mazarello, que vivían en Italia y que dedicaron su vida a mejorar la vida de los jóvenes. Rezan todos los días a María Auxiliadora, la misma a la que he rezado yo de desde pequeña... y al final el idioma es lo de menos, porque lo que estamos diciendo es mucho más que sonidos que se unen formando palabras. Espero que me entendáis aunque no lo compartáis, para mí esto es muy bonito, y me alegra mucho conocer y formar parte de esta familia Salesiana y Cristiana y en definitiva Humana, porque lo de menos es el nombre, lo bonito es lo que se está consiguiendo gracias a personas que han tenido sueños, y que han decidido vivir amando cada día todo lo que puedan.

Un detalle que me ha gustado mucho es ver a mujeres conduciendo motos y algunas también coche, con su sari o con el churi y los leggins, parece que las cosas están cambiando. Mantienen su forma de vestir, sus tradiciones, su cultura, pero eso no quita para que se sumen a la era tecnológica, y tengan su móvil, ordenador, internet...

Por supuesto no todo es perfecto ni color de rosa, hace un calor infernal tooodo
el día, vamos con la botella de agua a todos los lados. Las hermanas no dejan de recordarnos que bebamos "plenty of water". Hay momentos en los que la gente habla en Tamil y no les entendemos, aunque vamos aprendiendo alguna frase. Y hay gestos o diferencias que a veces tampoco entendemos, así que nos esforzamos en tener paciencia y no juzgar, sino procurar comprender, siempre desde el respeto.

Me da pena también no poder pasear por el pueblo y zambullirme un poco más en la vida de la India, para ir a cualquier sitio hay que coger el coche... Pero estamos planeando alguna salida. 

Ayer fuimos de compras y pudimos pasear por la ciudad y arriesgar la vida cruzando las calles abarrotadas de motos, coches, bicicletas y gente por todos los lados. Calles polvorientas y repletas de tiendas estrechas de dos pisos con trastos colgados a la puerta. Compramos un churi, que es lo que llevan aquí todas las chicas con leggins debajo, y ahora todos nos dicen cuando nos ven que estamos mucho más guapas que con nuestra ropa de antes.

¡Y un abrazo muy fuerte a tod@s y cada un@!
Besos desde Keela Eral

Bea

miércoles, 16 de julio de 2014

Un río de cláxones

En ciertos países los cláxones de los coches no sirven para expresar peligro o protesta. No tienen ningún significado concreto, de hecho. Más bien cumplen una función fática. Algo así como “estoy aquí, te he visto y espero que me hayas visto porque las señales de tráfico son claramente insuficientes”. Los cláxones sólo constata que existe un canal de comunicación y por eso, su murmullo, compuesto de brevísimos pitidos, es constante: como los carraspeos en una conversación, como los “ahá” o las risas aprobatorias. 

Cebú es una isla alargada recorrida por un largo río de cláxones-carraspeo. La carretera principal une su mayor ciudad, Cebu City,  con los extremos septentrional y meridional de la isla. Pero cuando hablo de ciudad y cuando digo carretera principal, es difícil que un europeo imagine este tipo de ciudad o este flujo de vehículos desordenado. Aunque Cebú City, sí se parece bastante a un centro urbano, tal y como lo entendemos, no es posible determinar dónde acaba: las casas se siguen extendiendo a lo largo de esa carretera que hemos llamado principal, aunque tampoco resulte adecuado. El lugar donde me encuentro, Minglanilla, está claramente “fuera” de Cebú según la frontera estipulada y, sin embargo, de camino a la residencia, no pude saber en qué momento salíamos de Cebú o en qué punto comenzaba Minglanilla. En todo momento había viviendas que se amontonan en torno a esta carretera, sin plan urbanístico o autorización previa probable: como vegetación en torno a un ruidoso río. 

La misma carretera resulta también caótica y de algún modo “orgánica”. Mi expectativa occidental nota la ausencia de estándares, de normas a las que atenerse, de una velocidad límite por abajo o por arriba, aunque la segunda no sería necesaria: y es que en esta vía conviven lentamente coches, pequeños autobuses (multi cabs como los llaman), motos y bicicletas con sidecar y sombrilla, transeúntes que se arriesgan a cruzarla e incluso algún que otro animal. No existen carriles, cedas el paso, previstos o imprevistos. Sólo pi-pi, moc-moc, y espero que me veas. 

Frente el ruido y el desorden el lugar donde me alojo se me antoja como una especie de dique. El colegio Mary Help, justo al borde de la carretera, es una pequeña burbuja de jardines ordenados. Aquí los niños hablan inglés, visten sus uniformes blancos, caminan en fila y sólo sudan porque no les queda otro remedio. De vez en cuando, a lo lejos, se intuye el sonido de los cláxones (pi-pi, moc-moc) pero es el eco de un río muy muy lejano.

Para algunos de los alumnos, no obstante, este dique de contención es aún más poderoso que para otros: son las alumnas becadas o “outreach students” como las llaman aquí. Estas niñas proceden de las zonas pobres de un país pobre. Alumnas que no tienen ningún recurso, que en muchos casos viven en chabolas, que están malnutridas o que perdieron su no-vivienda durante el tifón Yolanda. Es posible que ellas, más que nadie, encuentren aquí su dique de contención. Una forma de enfrentarse a la corriente de la pobreza: gracias a la educación, la única forma de romper su poderosa inercia. 

Almudena M. Castro

domingo, 15 de junio de 2014

Mis primeras semanas en Filipinas


A mi llegada lo primero que me impactó fue el calor húmedo, te mete un golpe impresionante al bajar del avión. A la salida del aeropuerto estaban dos hermanas para recogerme, una de ellas es Mercedes, es una persona majísima, increíblemente agradable, y mas mayor de lo que yo pensaba, pero de espíritu joven. El sitio en el que me acogen está genial, es una casa para mí solo, y una cocinera me trae tres ingentes comidas al día, así que es probable que incluso engorde estando aquí. 

Me encuentro en el barrio de Handumanan, es una zona de gente rehubicada por el gobierno, de clase muy baja, pero en la zona había un área de casas que edificaron los padres agustinos en los setenta, estas son de mejor calidad, y yo me encuentro en una de ellas. El trabajo que me han encomendado para ayudar en la clínica que dirigen las hermanas es ayudarles a realizar y traducir un informe con los datos de la clínica a lo largo de los cuatro años que lleva en funcionamiento. Así que estoy en el ordenador, alguna vez las acompaño a las visitas que realizan a domicilio, y también estoy dando a las hermanas filipinas clases de español.

Hace un par de días hice una pequeña excursión a la región de Iloilo, en la isla de Panay, para ver la labor de reconstrucción de casas que han realizado las hermanas, estuvimos dos días. La verdad es que fue bastante impresionante, han construido casi un centenar de casas de madera, y la gente les está muy agradecida. Me trataron como nunca. 

Hay muchas historias, me he perdido, he montado en sidecar, he estado en un funeral, me han llevado a un restaurante de lujo y algunas personas de la alta sociedad han estado interesadas en conocerme y me han invitado a cenar con ellos... En fin, como te digo, es toda una aventura, y estos primeros días han sido increíbles, aunque estos próximos días voy a intentar descansar un poco, que es importante cuidar la salud, aquí las condiciones higiénicas son mucho peores que en España.

Juan desde Filipinas. Voluntario de 2014