viernes, 12 de marzo de 2010

"Analfabeta cultural"



Yo he estado como voluntaria durante el año 2009 en el Centro Laura Vicuña de INHARRIME (Mozambique). El Centro incluye el internado para niñas huérfanas, que acoge a 47 niñas en el momento actual. La escuela Primaria, que poco a poco quiere incluir la oferta educativa de Primaria completa, y la escuela Secundaria, que este año, por primera vez, ofrece la 11ª, el equivalente a nuestro 1º de Bachiller y se convierte en la primera oportunidad para los y las jóvenes del de Inharrime de disfrutar de la educación Preuniversitaria en su mismo distrito, con las consecuencias que esto conlleva.
El Centro Laura vicuña dispone, además de la panadería “Pao do Viajante”, que sirve para autofinanciar en parte, la obra educativa de las Hermanas salesianas, así como unas cuantas hectáreas de tierra que también sirven para autosustento y para venta. Mis labores fundamentales durante este año han sido el acompañamiento y seguimiento escolar de las niñas del internado, por un lado, y el acompañamiento en el Programa de Apadrinamientos del distrito de Inharrime, que incluye a más de 500 niños y niñas del distrito y a unas 200 familias. Hemos comenzado también con un programa de Leche para bebés, pues hay una cantidad importante de bebés que no pueden tomar leche materna, sea porque no tienen madre, porque la madre es seropositiva o porque la madre no tiene leche para el bebé.
Mi experiencia como voluntaria ha sido, si puedo definirlo con una sola palabra, impresionante. No ha sido ésta la primera vez que he participado como voluntaria en un proyecto educativo en un país empobrecido, ya contaba con la certeza de lo enriquecedor que es el trabajo llevado a cabo desde la voluntariedad, lo que no es, ni lejos, el trabajo remunerado, así es, al menos, en mi caso. Puedo decir que, como persona, me he dado enteramente, con ilusión, con dedicación y con convicción. Como profesional, mi área de formación y de vocación es la educación social. He visto mis fortalezas desbordarse y multiplicarse asombrosamente.
Durante el año que he estado en Inharrime han pasado por el centro varias voluntarias, de diferentes nacionalidades, formaciones, intereses y aficiones. Hemos trabajado mucho, con alegría y con buena coordinación interna. Cada una hemos aportado desde nuestra experiencia previa, desde nuestras capacidades y nos hemos adaptado a las circunstancias y necesidades que el momento requería. He aprendido un montón. Aunque no era la primera vez que trabajaba en un internado, sí ha sido la primera vez que he trabajado en un internado para niñas. La diferencia cultural, para empezar, es enorme. El idioma utilizado en el internado es el portugués, por lo que en un lapso de tiempo, no demasiado largo hemos podido comunicarnos bastante bien. Aún así, entender a las niñas, conseguir que ellas me entendieran, más allá del idioma y de las palabras, llegar a ser una figura educativa de referencia para ellas, es todo un proceso que implica mucha dedicación. Yo la he puesto y puedo decir que los frutos se han visto.
El trabajo que hay para hacer con las niñas es enorme y yo, desde mi humildad, he aportado un poquito. La relación con las familias de la comunidad, por otra parte, ha sido preciosa. Han sido, en su mayoría, mujeres y mayores las que se han acercado a los programas de apadrinamientos y de leche para los bebés. Me han parecido mujeres fuertes, sobre todo las abuelas, mujeres que, ante las adversidades han sabido sacar adelante a sus familiares cercanos y lejanos. Aquí el portugués no ha sido suficiente para la buena comunicación y hemos hecho grandes esfuerzos por comprendernos las unas a las otras.
He sido, durante un año entero, lo que yo llamo “analfabeta cultural”. Y lo he disfrutado, porque creo que es una situación privilegiada cuando puedo preguntar con total humildad aquello que no entiendo y que necesito que me expliquen porque yo soy “analfabeta”. Así, a mi posición “privilegiada”, a los ojos de los mozambiqueños y mozambiqueñas, de ser mulungu, blanca, he contrarrestado mi incultura en cuanto al contexto en el que estaba viviendo. He intentado mostrar que no soy más que nadie por tener un color de piel más claro que el de la media y, bueno, creo que este es un trabajo que todavía requiere de mucho tiempo y mucho trabajo.El trabajo con las Hermanas Salesianas también ha sido muy enriquecedor.
He aprendido muchísimo con ellas. He podido ver que el trabajo que llevan haciendo en Mozambique, desde hace tantos años es admirable y he tenido la suerte de tener como “jefa” a una monja con mucha valía personal y espiritual.Fuera del trabajo en el Centro, Mozambique ha sido espectacular. La relación con la gente de allí es un tesoro, que me guardo en mi baúl, no para cerrarlo con llave y dejar que se llene de polvo, sino para pulirlo cada vez un poco más, puesto que, después de esta experiencia en el 2009, me vuelvo para Inharrime dentro de un mes y medio más o menos, para continuar trabajando con las mujeres del distrito, una vez más con toda la ilusión, fuerza, humildad, conocimientos y desconocimientos.Adjunto una foto de algunas niñas del Internado, tabajando duro para que su futuro sea más fácil y mejor para ellas y para las y los que vendrán después de ellas.

Idurre.

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