Ya han pasado más de dos semanas desde mi llegada a El
Salvador. Días en los que un
nuevo mundo se abre ante mis ojos,
extenso, no pudiendo alcanzar a percibirlo por completo.
Nuevo mundo para mi, viejo
llamado por otros. Lleno de nuevos misterios, de nuevas aventuras, de nuevos
sabores, olores, colores, nuevos sonidos, nuevas personas y nuevas
costumbres...
Tiempo de aprender, de explorar,
de descubrir.. Tiempo para crecer.
Desde que llegué he intentado
buscar una palabra que englobe este “nuevo mundo” para mi.
Nada más bajar del avión y montar
en el “carro de Don Manuel”, comienzo a rebuscar en mi mochila de palabras.
CONTRASTES.
Casas altas, edificios llenos de
oficinas, láminas oxidadas bajo las que señoras venden “pupusas” desde el
amanecer, adolescentes que corren hacia el bus, niños que en los semáforos te
vienen a pedir, recintos en los que señores gritan “vengan a comprar”, gente
que comenta sobre “la chelita” al verme pasar.
País desconocido entre los
conocidos, de gente increíble, de peligros y costumbres, de verdes paisajes
llenos de miradas que te embaucan al pasar, de luchadores, supervivientes de
altas mareas en las que condujeron sin timón ni timonel, país acogedor donde
los haya.. País que comienza a ganar mi corazón..
Alejandra (Voluntaria de Gestión de Proyectos)
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