Hace ya casi dos meses que volví de mi voluntariado en Colombia
y mi cabeza sigue estando allí con bastante frecuencia. Debe ser porque mi
corazón lo está de pleno. En concreto ,en la comunidad de Los Olivos, una zona
muy marginal de Cúcuta, la capital del
departamento de Norte de Santander, al noreste de este hermoso país, justo en
la frontera con Venezuela.
Allí, en el Oratorio Centro Juvenil y Comunitario don Bosco
compartí dos inolvidables meses con una comunidad de más de dos mil personas
que vive, en condiciones de suma
vulnerabilidad y pobreza, en seis
barrios de “invasión”. Y os preguntareis, ¿qué son los barrios de invasión?. Pues algo que solo se da en unos
pocos países, entre ellos Colombia.
Como sabéis, durante los últimos cincuenta años, los
colombianos llevan padeciendo una situación de violencia continua. Los actores
principales son las guerrillas de las FARC y el ELN. Están enfrentados, por un lado, con el
Ejército colombiano y, por tanto, el Estado. Y por otro con los exparamilitares,
ahora BACRIM, es decir Bandas criminales –grupos que en zonas en las que el Estado
está ausente- se erigen en defensores de los ciudadanos para ,con la excusa de
“protegerlos”, tenerlos a su merced.
Las victimas de todos
estos grupos y, en definitiva, del conflicto armado son los ciudadanos. Y de
estos, sobre todo, los más pobres y vulnerables que son, en su mayoría,
campesinos.
Estas personas han
tenido que abandonar sus modestos
“ranchitos”, obligados , bien por los
continuos enfrentamientos armados, que ,en muchos casos, han dejado víctimas entre sus familiares; bien “invitados”
por los grupos armados que no querían testigos; o bien forzados por la guerrilla o las bandas criminales que se quedan con sus tierras y plantan hoja de coca, el gran negocio de las FARC,ELN
y las bacrim.
Una vez obligados a huir de sus casas, siempre con una ollita y una
cobija como único equipaje, estas
personas se instalan, como pueden,en barrios de invasión, como estos de Los
Olivos. Y ahí entra a trabajar nuestro
gran protagonista: el Oratorio Centro Juvenil y Comunitario don Bosco.
Hoy, como se aprecia en la foto, es un edificio magnífico y
hermoso. Pero, la idea se empezó a gestar, modestamente, hace apenas unos años, cuando unos cuantos padres
salesianos de Cúcuta llegaron a Los Olivos a celebrar la Navidad con estas
personas desplazadas. Regresaron, meses después, para construir una pequeña
chocita y, gracias a la tenacidad del
padre Héctor Franco y la ayuda salesiana internacional, hoy, el Oratorio es un preciosos
Centro abierto a todas las personas de
esta comunidad.
El impulsor y alma del proyecto es el padre Héctor Franco.
Siempre atento a las necesidades sociales de la comunidad. Moviendo Roma con
Santiago para que llegue la ayuda.
La coordinación, el
día a día, es obra de David Umaña, un joven de 23 años, estudiante de la mejor
universidad de Bogotá, que un día decidió dejarlo todo e irse a Los Olivos, para trabajar, como voluntario,
con y para las personas más vulnerables
de su país.
Haber tenido la oportunidad de
colaborar y aprender diariamente tanto y
tanto con David es toda una suerte que, de pronto, se te
presenta en la vida.
Convivir, disfrutar y
absorber todo lo que te enseñan los habitantes de los Olivos es la segunda
lotería, que le puede tocar a un voluntario-a.
Así lo he vivido yo y
también Adrián y Raquel, que estuvieron en los Olivos más de un mes. E igualmente Cristina, nuestra responsable de
Voluntariado y Proyectos de Madreselva, que viajo desde España para conocer el
proyecto. Todos agradecidos, también al padre Juan José Zambrano, que tanto
nos ayudó. Y a voluntarios como Edwin
Ariza, inteligente y divertido, que nos enseñó tanto sobre la realidad colombiana.
Así, hay atención a
niños y jóvenes en distintos talleres ya
en marcha como música o teatro, u otros
que puede crear el propio voluntario/a.
Apoyo académico a
estudiantes : los colegios del Estado donde van los muchachos y muchachas son
de muy poca calidad y estos tienen
muchas necesidades en todas las materias.
Alfabetización a adultos : hay muchas personas que no saben
leer ni escribir.
Manualidades: es muy interesante llevar talleres para que la
comunidad aprenda actividades recreativas y también de utilidad práctica o lucrativa en su vida diaria.
Talleres de autoestima, inteligencia emocional,
empoderamiento de mujeres , masajes terapéuticos y un largo etcétera.
Y por supuesto los juegos didácticos con niños, jóvenes y
adultos. Aparte de esto, cada voluntario/a aporta su conocimiento profesional y, también ,sus
aficiones: informática, guitarra, música, deporte… .
Todo es bienvenido y de gran utilidad .La idea es que todas las
actividades sirvan para capacitar a personas de la comunidad para que, una vez
que se va el voluntario-a, el proceso de aprendizaje tenga continuidad.
Cuando todavía en España tenía mis dudas sobre
si viajar a Colombia, una amiga que vive allí me dijo :” ven, no te
arrepentirás. Los colombianos son personas extraordinarias, valientes , que han
sufrido mucho, pero que luchan ,construyen y salen adelante en las circunstancias más difíciles”.
Yo tengo que añadir,
que, además , son las personas más
afectivas, cariñosas, alegres, generosas, cooperativas y laboriosas que he conocido…
Por eso, están y estarán siempre en mi corazón.
Carmen Corredor. Voluntaria 2012
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