miércoles, 24 de abril de 2013

¿Por que un colegio en Casa Maín?


Hola a todos, mi nombre es Javi, soy un joven alcarreño de 32 años (Sí… Me sigo considerando joven, aunque algunos estamentos se encargaran hace tiempo de anunciarme que ya no pertenecía a ese grupo… ¡Lo que hay que oír!). Esta es la segunda vez que estoy en el Hogar Casa Maín, ahora bien, en esta ocasión puedo compartir la experiencia con mi novia, Bea, que qué les voy a contar… ¡es todo un regalo!

Intentaré explicar un poco cómo es esto, para que se hagan una idea del por qué un colegio:

La ciudad donde está ubicado el Hogar Casa Maín se llama Santa Cruz de la Sierra. Es una ciudad grande, creo que en extensión la más grande de Bolivia (aunque no estoy seguro). El centro de la ciudad, con sus matices claro está, es parecido a lo que nosotros entendemos por ciudad; aceras, calles asfaltadas, edificios más o menos altos, tiendas, restaurantes… Lo que viene siendo una ciudad…  Alrededor de este centro, la ciudad ha ido creciendo en forma de anillos y cuanto más te alejas se va notando que la zona es más pobre. De esto se puede dar uno cuenta cuando viaja en el micro (pequeño autobús público en el que las personas encajan como piezas de tetris) y pasas de unas zonas a otras… Para mí Santa Cruz es una ciudad de contrastes y siempre pongo el mismo ejemplo, pero es que me llamó la atención el ver un porsche cayenne junto a un carro tirado por dos caballos.
No he conseguido ver exactamente dónde se encuentra el Hogar Casa Maín, pero creo que está entre el sexto y el séptimo anillo… Aquí sólo la avenida principal está asfaltada (Avenida de Moscú) el resto de calles que rodean el hogar son de arena… con sus correspondientes perros, gatos, gallinas, algún caballo e incluso vacas… Algo que también me llamó la atención es la cantidad de basura por las calles. Cada día pasan a recoger la que está en las puertas de las viviendas e incluso se quema bastante, pero aun así, hay mucha basura por la calle. Incluso de algunas viviendas se pueden ver los reguerillos de agua sucia que salen a la calle…
En este entorno se encuentra el hogar, se puede decir que Casa Maín es un pequeño oasis. En el hogar hay varios edificios tres de ellos de dos plantas, que son donde duermen las chicas. Luego una capilla, una lavandería y una pequeña sala aparte. Todos ellos entre grandes árboles y jardines que cuidan con esmero las niñas. Los edificios donde viven las niñas son la primera, segunda y tercera etapa. En la primera etapa están las más pequeñas y aquellas que aunque un poco mayores, son nuevas en el hogar. En la segunda etapa viven las más veteranas y mayores y junto a ellas en una zona aparte las hermanas. Y en la tercera etapa vivimos los voluntarios y alguna chica ya mayor de dieciocho que no tiene a dónde ir y a las que las hermanas han decidido mantener en las instalaciones del hogar, aunque ya no llevan el ritmo del resto de las niñas. Tienen una especie de alquiler mientras realizan sus estudios.

Bueno, y ahora lo más importante… aquí hay unas 120 niñas… Oficialmente se acoge a niñas desde los cinco a los doce años y pueden permanecer hasta los dieciocho (aunque hay alguna excepción, como Yuliana, o “Pinkie” como la conocemos todos, que tiene 3 años y está aquí para no separarla de su hermana). La historia de cada niña es distinta y cada una tiene distintos motivos para estar aquí, pero sea por lo que sea, lleva detrás una dura experiencia de vida.

Al cargo de estas niñas hay ocho hermanas, que a veces son menos por distintos motivos, pero de cualquier forma es un número escaso para llegar a todas las niñas. Además hay una trabajadora contratada y hoy en día cuatro voluntarios (que en menos de un mes, con nuestra marcha y la de otra voluntaria belga, será una). De la prefectura reciben la ayuda de una trabajadora social (de la que todavía no tengo clara su función), dos o tres educadoras que echan una mano con los estudios por la mañana, una doctora un día o dos a la semana y hasta hace poco recibían la visita de una psicóloga.

Con el principio de curso todo esto está resultando caótico y está un poco en el aire; tan pronto llaman de la prefectura a las educadoras para que vayan a otro sitio, la psicóloga dice que ya no va a poder venir y que hay que ir a verla a ella, la doctora una semana viene un día, la siguiente dos, la siguiente no lo sabemos… Así que, aquí están las hermanas luchando como pueden para que esto marche adelante.

Cuando vine en octubre de 2009, las niñas estaban acabando el curso e iban a clase por la mañana, salvo cuatro niñas que iban por la tarde (hay tantos niños en la zona que tienen que hacer  turnos de mañana y tarde), al colegio “Tierras nuevas”, situado a unas tres cuadras (manzanas) del hogar. Antes de venir esta vez, nos enteramos del proyecto para construir un colegio para las niñas del hogar y la verdad es que me sorprendió un poco. Pero tras preguntar y ver la situación actual me explico mejor este proyecto;
Este año hemos llegado al comienzo del curso. Las niñas tenían que empezar en enero el curso y cuando las fueron a inscribir, se llevaron la sorpresa de que derruían el antiguo colegio para hacer uno nuevo. Ahora las niñas tienen que ir a colegios mucho más retirados (con el gasto en transporte que ello conlleva) y hablo en plural porque las de secundaria tienen que ir a uno y las de primaria a otro. Además, las 11 niñas de cuarto de primaria van por la mañana y el resto de niñas por la tarde (Esto parece que no tiene peso, pero influye mucho a la hora de cuadrar el horario de las niñas e incluso para contar con las educadoras de la prefectura).
Con cuentagotas, una semana unas, la siguiente otras y por fin esta semana las de secundaria, parece que por fin todas han empezado sus clases.

En este tiempo me estoy encargando de llevar a las niñas de cuarto de primaria hasta el colegio… Salimos a las 7:25 del hogar para intentar llegar a las 8:00 al colegio y digo intentar porque a veces hemos llegado tarde por la dificultad de coger un micro en el que entremos 12 personas de golpe. El micro nos deja en un punto y de ahí andamos dos cuadras hasta el colegio (hace dos semanas robaron a un niño en este trayecto).
Mientras las niñas de cuarto están en el cole, el resto de niñas de primaria y secundaria están haciendo sus tareas en los estudios del hogar. Bea está echando una mano a una de las educadoras con las niñas de tercero y alguna voluntaria, con el lío que hay con las educadoras, se queda sola con algún curso… no sé lo que pasará el día que faltemos los voluntarios… Espero que las hermanas consigan arreglarlo todo a tiempo.
A mi regreso al hogar echo una mano en lo que puedo a las de secundaria, sobre todo con sus investigaciones en internet.
A las 12:10 las niñas salen del cole, así que regreso a por ellas. A la vuelta es más complicado todavía coger el micro, tenemos que “pelear” con los alumnos de secundaria y el resto de niños que salen de primaria para intentar coger uno… Algún día hemos llegado a tardar cerca de una hora en volver…  Y cuando llegamos al hogar, después de andar otras tres cuadras, las niñas que quedaban en el hogar ya han comido y están preparadas para subir al micro (este lo  han contratado las hermanas para llevar a las niñas que van por la tarde a clase).

Podría decirse que esto es una situación temporal y que una vez terminada la construcción, las niñas podrían volver a su nuevo colegio y se acabaría el problema. Pero cuando hablé con la directora del hogar, me explicó los problemas que tenían cada año para inscribir a las niñas. El rechazo que reciben por parte de algunas familias del barrio, ya que, aun habiendo turno de mañana y tarde, muchos niños se quedan sin escolarizar por falta de plazas. E incluso el rechazo por parte de alguno de los docentes (si es así, la verdad es que no lo entiendo).

En conclusión, yo no puedo decir si es imprescindible el colegio. De lo que estoy seguro es de que podría venir muy bien tanto para las niñas del hogar, como para el barrio y estoy convencido de que sus aulas se llenarían.

Javier Molina Bernet. Voluntario de MadreselvaONGD

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