Parece que fue ayer cuando llegué
a la sede de Madreselva a hablar con Cris para irme de voluntaria y no tenía ni
idea de a dónde ir. ¡Y ya estoy haciendo la maleta para irme en 3 días a
Etiopía!
Desde hace un par de meses Fadi
(voluntario veterano de Madreselva) y yo nos hemos estado reuniendo con los coordinadores
del viaje de la Universidad de San Louis y el resto de voluntarios de la misma
universidad para preparar los horarios y programaciones de los cursos de inglés
que daremos por la mañana en el colegio, y los juegos y talleres para el
oratorio que llevan allí las salesianas.
Por fin acabaron las esperas y
los trámites, con todo preparado (billete, vacunas, seguro, programaciones,
horarios, juegos) solo queda reunirnos una última vez con el resto de
voluntarios de la Universidad de Saint Louis, hacer el tetris de la maleta… y
marcharnos a esa pequeña ciudad llamada Zway a orillas de un gran lago con el
mismo nombre, donde nos esperan niños y niñas que saben vivir con poco y
disfrutar de lo poco que tengan.
¿Cómo será aquello?, ¿por qué
quien ha ido tiene tantas ganas de volver?, ¿cómo puede ser que los niños de
las fotos estén siempre tan sonrientes habiendo tanta pobreza?, ¿sabré dar lo
que ellos necesitan?, ¿qué dificultades encontraré?, ¿qué debo llevar y qué
dejar fuera de la maleta?
Lo más importante que quiero
llevar, además de materiales, programaciones, etc., es la ilusión y sobre todo
ganas de empaparme de todo lo que vea, de su cultura, de sus bailes, de sus
juegos, de su forma de vida y su forma de ver la vida. Quiero dar lo mejor de
mí, pero estoy segura de que volveré habiendo recibido mucho más de lo que
pueda yo darles…
Por fin hacer otra de esas cosas
que tenía en la lista de cosas que hay que hacer al menos una vez en la vida.
Por fin ver el mundo “real” en el que vive la mayoría de la gente, por mucho
que veamos lo nuestro como “lo normal”. Por fin transformar en acciones las
intenciones.
¡Por fin Zway!
Bea Hernández
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